Nadie habría imaginado una Semana Santa como ésta. Desde la Semana de Pasión los pronósticos vaticinaban el acercamiento de varias borrascas que haría que durante toda la Semana Mayor hubiera que estar pendiente del radar. Al principio parecía que el paso entre una borrasca y otra daría una tregua en la jornada del Martes Santo. De hecho el día amanecía con nubes, dando paso a mitad de la mañana al cielo azul y a los rayos del sol que se habían echado en falta los primeros días de Semana Santa.
Como cada Martes Santo comenzaríamos con la eucaristía preparatoria para nuestra estación de penitencia con objeto de que todos quienes fuéramos a participar en ella tuvieran la oportunidad, por medio de la Eucaristía, de preparar nuestra participación en la cofradía.
A la hora a la que los nazarenos de antifaz carmesí comenzaron a echarse a las calles para dirigirse a la basílica salesiana el cielo se copó de nubes y el viento comenzó a hacer acto de presencia de manera notable.
En el interior del colegio salesiano comenzó la organización de la cofradía con el reparto de cirios. Con objeto de evitar las largas colas que se produjeron el año anterior se cambió el lugar de entrega de los cirios de los últimos tramos de cada paso, pasando a ser entregados por el diputado correspondiente en el mismo sitio donde se formaría el tramo. Las insignias quedarían a la espera de que la Junta de Gobierno tomara una decisión. La estación de penitencia del presente año se ofrecía por las vocaciones sacerdotales y por los frutos del II
Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular en cuyo acto de clausura a celebrar en el mes de diciembre participará la imagen de nuestra patrona, la Virgen de Consolación.
Los nervios comenzaron a aflorar cuando los hermanos más rezagados que accedían al interior de la basílica de María Auxiliadora informaban que la lluvia había hecho acto de presencia en el exterior. Poco antes de las 19:00 nuestro Diputado Mayor de Gobierno informaba la intención de posponer la salida media hora. Los partes meteorológicos primeramente consultados planteaban la posibilidad de se abriera un claro que permitiera realizar la estación de penitencia para lo cual, con objeto de recuperar ese tiempo de demora, se acortaría el recorrido suprimiendo las callejas traseras del Ayuntamiento y acelerar así el regreso al templo salesiano.
A las 19:30 volvería a reunirse la junta de gobierno. Los nuevos partes consultados indicaban que la esperanza de que se abriera ese claro desaparecía, dando paso a un frente con grandes posibilidades de descargar sobre nuestra ciudad. No se podía garantizar siquiera una tregua que permitiera realizar el recorrido acortado en suficientes condiciones de seguridad. En el recuerdo estaba también la estación de penitencia de 2012 en el que la cofradía se puso en la calle con un riesgo de lluvia muy bajo y en el que, poco antes del anochecer, las nubes aparecieron descargando un auténtico aguacero que propició un acelerado regreso de la cofradía en difíciles condiciones. Ante esta tesitura nuestro Hermano Mayor subió al escenario acompañado de la Junta de Gobierno para anunciar, con todo el pesar, que la Hermandad de los Estudiantes no haría estación de penitencia el presente año. Los hermanos aceptaron la decisión tomada recibiéndola con un aplauso como muestra de apoyo. El esfuerzo que la Hermandad ha destinado en engrandecer el patrimonio material no podía ponerse en riesgo, y mucho menos el patrimonio humano. Todos quienes conformamos esta Hermandad somos quienes verdaderamente le damos sentido y por ello estamos encomendados a salvaguardarlo como su bien más preciado.
La tónica habitual de la Semana Santa sería esa. Menos de la mitad de las hermandades de nuestra ciudad fueron las que pudieron realizar la estación de penitencia sin contratiempos. No obstante, pese a esta tesitura, debemos estar agradecidos por haber tenido la dicha de volver a vivir un nuevo Martes Santo. También, y desde un sentido cristiano y como fieles seguidores de Cristo, debemos aceptar su voluntad y dar gracias por el beneficio de la lluvia cuya acusada sequía lleva asolando nuestra región, afectando a campos y cultivos desde hace meses.
En días de incertidumbre y de lluvia también se vive la hermandad. Quizá más que en los días de sol ya que a pesar de la ilusión desbordante permite una parada a la reflexión sobre cuestiones que si se siguiera el guión establecido probablemente no repararíamos. No sería el Martes Santo esperado pero sí el de los reencuentros y el de las oraciones abrazadas con lágrimas en los ojos.
